Se sentó sobre el taburete y contempló su obra, aquella era una apuesta arriesgada pero seguro que la critica volvería a considerarle (como siempre hacían) un genio, el dios de un nuevo estilo de cocina.
Se levantó muy feliz tomó la bandeja y salió raudo ante su público que le esperaba ansiosos por ser los primeros (y últimos) en probar aquellas maravillas.
© Richard Archer - 2008 (Todos los derechos reservados)
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