viernes, 19 de septiembre de 2008

El Deber de un Buen Peón

Subió por las barricadas portando con orgullo la bandera. Sus diminutos pies tropezaban y resbalaban con los cientos de cadáveres que se encontraban apelotonados. Todo ellos formaban una especie de aberrante montaña de ríos rojos de muerte, dolor y destrucción. El joven soldado ascendía con orgullo, sin sentir miedo ni siquiera repugnancia. A él le habían pedido que plantase la bandera en la cima y él, como fiel soldado, obedecía órdenes porque sentía que lo hacía por lo que más amaba en su vida que era su patria. No le importaba que ésta representase en esos momentos una simple bandera en un simple pedazo de tela roída, quemada, manchada de inmundicia y de sangre humana. Cuando alcanzó la cúspide miró hacia adelante tal como su Rey y a su vez Capitán General le había ordenado. Luego le miró a él y anunció:

- No hay nadie vivo al otro lado su Majestad. - Comentó con su párvula voz.
- ¿Estás seguro soldado? - Le preguntó el Rey vestido con todas su galas.
- Segurísimo su Majestad. Aquí hay tantos muertos o más que en nuestro bando. Esto es una carnicería pero dé usted por seguro que hemos ganado la guerra. Hemos reconquistado nuestra querida Patria. – Añadió el joven con mucho orgullo y con los ojos abiertos como platos.
- Perfecto - Contestó el Rey. Los altos mandos que le acompañaban aplaudieron al unísono.
-Si me lo permite Señor es para mí un gran honor plantar esta bandera por… - Comenzó a decir el joven cadete. Sin decir nada el Rey alzó su pistola y disparó un tiro que perforó el cráneo del joven que cayó inerte y rodando al otro lado de la sangrienta barricada humana.

Al día siguiente en todos los periódicos del mundo apareció la foto del Rey, orgulloso, con su uniforme todo impregnado de sangre. Su mano sostenía el mástil con la bandera. Lo sujetaba con sola una mano y lo había plantado sobre la masa de carne humana que en algunos casos parecía putrefacta. A su lado vitoreándole con júbilo se encontraba el resto de su séquito.


© Richard Archer - 2008 (Todos los derechos reservados)

4 comentarios:

SisterBoy dijo...

Breve y brutal como la vida misma. No se anda con sutilezas

foscardo dijo...

Gracias. La verdad es que cuando lo he releido me ha gusta aun más que cuando lo he escrito.

SisterBoy dijo...

Por cierto ¿cada cuanto tiempo hay que poner el relato más o menos? Digamos ¿una semana?

foscardo dijo...

No hay limite ni de tiempo ni de relato. Es ir subiendolos y nada más.