domingo, 13 de julio de 2008

Celos

No le molestó que a su Frank le creciese un hocico lleno de dientes, las orejas se le pusieran de punta, que sus ojos se le tornasen amarillos, malignos y muy brillantes. Tampoco le molestó que su cuerpo cambiase considerablemente de tamaño, ganase musculatura y se le llenase de pelos oscuros y ralos. No se preocupó que sus manos se convirtieran en patas y las rodillas se le doblasen del revés o que le creciese una especie de rabo por encima de su culo. Hasta mirándoselo bien aquel hijo de puta parecía mucho más sexy.

Tampoco le molestó que aullase a la luna y que rugiera a continuación como un condenado ser de ultratumba dejándole los putos tímpanos pitando como cien sirenas de coches de bomberos. Lo que le molestó. Lo que le más le jodió de veras fue que, una vez transformado, el cabron de Frank se olvidase de ella y se acercase a esa apestosa mujer loba que le había mordido, le lamiese su sucio coño y acabasen jodiendo y enganchados como dos perros salidos delante de ella.

© Richard Archer - 2008 (Todos los derechos reservados)

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