Momentos antes subía feliz y dichoso hacia el trapecio cuando su mirada alcanzó a ver el generoso escote de una bañista con cara de pez y quedó atrapada en aquella prisión.
Distraído, perdió pié y se precipitó como un proyectil contra el duro suelo del Circo Bahía. Fué tan fuerte el impacto que una docena de turistas, rojos como cangrejos, salieron despedidos fuera de él.
© Pep Bussoms - 2008 (Todos los derechos reservados)
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