miércoles, 23 de julio de 2008

Vecinos

Nuestro piso es tan pequeño que compartimos cama con el vecino y su mujer. Medio baño es suyo por lo que siempre, por las mañanas, se hacen colas interminables para ducharse, o para hacer aguas mayores o menores. La cocina es espaciosa y casi cada uno tiene la suya, aun así nos corresponde fogón y medio que causa más de un conflicto, sobre todo los domingos cuando ambas familias hacemos cada una nuestra propia paella.

Mi hija tiene que dormir como un cuatro en su cama porque el hijo del vecino ocupa la otra mitad. Tendemos la ropa a medias y usamos dos lavadoras, una apilada sobre la otra. Lo único que es de uso privado en ambas casas son la puerta de acceso y salida, el recibidor, el salón y el balcón.

Lo más curioso es que después de tantos años conviviendo juntos no somos unos vecinos tan unidos como parece. No solemos hablarnos mucho. Sólo saludarnos por la mañana o cuando nos cruzamos en cualquier rincón. Somos como podrías ser tu o yo: cada uno en su casa viviendo su vida por su propia cuenta.

© Richard Archer - 2008 (Todos los derechos reservados)


3 comentarios:

Alegría dijo...

Como los pisos sigan subiendo de precio y las hipotecas salgan por las nubes, seguramente tu cuento será lo normal y cotidiano,aunque de hecho ya se da con los inmigrantes y los "pisos pateras".
De momento yo me estoy mentalizando para cuando mis hijos me manden a una residencia de ancianos para quedarse con mi piso.

Alegría dijo...

Como los pisos sigan subiendo de precio y las hipotecas salgan por las nubes, seguramente tu cuento será lo normal y cotidiano,aunque de hecho ya se da con los inmigrantes y los "pisos pateras".
De momento yo me estoy mentalizando para cuando mis hijos me manden a una residencia de ancianos para quedarse con mi piso.

foscardo dijo...

Cuanta razón tienes. Le probelam de compartir es que nos convirtamos en extraños en nuestra propia casa.